La colaboración: El corazón de una Nueva Educación Pública
18 Dic 2017 Categorías: Columna de opinión
Por Álvaro González Torres
Mauricio Pino-Yancovic
LIDERES EDUCATIVOS
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Recientemente, la Presidenta Michelle Bachelet dio inicio formal a la Nueva Educación Pública, al firmar los decretos que regirán la Dirección de Educación Pública y los primeros Servicios Locales de Educación que entrarán en funcionamiento en 2018. Uno de los principios de esta reforma es la colaboración a través del trabajo en red, en pos de responder a desafíos comunes. Coincidentemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al dar a conocer dos importantes estudios sobre los cambios clave que se han realizado en nuestro sistema educativo entre 2004 y 2016, recomienda “estimular y apoyar el desarrollo de culturas colaborativas enfocadas en evaluar y mejorar prácticas institucionales, dentro de las escuelas y entre las escuelas”.
A juicio de la OCDE, el diseño de las reformas impulsadas en los últimos años indica que vamos bien encaminados, pero el desafío es concretar estos diseños a través de una adecuada implementación. En ese contexto, investigaciones nacionales e internacionales concuerdan en que la colaboración se vuelve crucial para mejorar la calidad de la educación, lo que ofrece una valiosa oportunidad para nuestro país. Este es un proceso complejo y requiere que líderes en distintos niveles del sistema (escolar, inter-escolar e intermedio) se articulen con el fin de desarrollar y fortalecer las habilidades necesarias para un trabajo colaborativo.
En LIDERES EDUCATIVOS, hemos sido testigos que es posible lograr esta articulación a través del trabajo en red. En estudios de monitoreo y acompañamiento a las Redes de Mejoramiento Escolar impulsadas por el Ministerio de Educación, hemos comprobado que una condición crucial para la colaboración es la confianza y que esta no se instala por un mandato en un sistema que hasta ahora ha privilegiado la competencia entre establecimientos; al contrario, se construye en el intercambio y aprendizaje entre directivos, supervisores ministeriales y sostenedores, teniendo como horizonte el mejoramiento del territorio en el que educan a niños, niñas y jóvenes.
La colaboración es una práctica, pero también un compromiso moral y ético hacia el otro, de líderes que se comprometen con el territorio que conforma su red educativa, teniendo el aprendizaje y bienestar de los alumnos como eje central. Esto ya ocurre en varios países y LIDERES EDUCATIVOS lo pudo observar gracias a una invitación de la Universidad de Glasgow; en Escocia, las redes escolares colaboran porque los establecimientos confían entre sí y se sienten co-responsables tanto del éxito propio como el de la escuela vecina. Además, se vinculan con organizaciones locales para dar una respuesta integral al desarrollo de los estudiantes.
En el contexto de la Nueva Educación Pública, es necesario que los líderes en distintos niveles de nuestro sistema generen condiciones para la colaboración en red, que les permita compartir sus fortalezas y debilidades. Además, las políticas educativas que enmarcan este proceso requieren incentivar la confianza, reduciendo las medidas punitivas que castigan las debilidades y no permiten que el error sea utilizado como fuente de reflexión, aprendizaje e innovación.