Cuando comenzó la crisis sanitaria en nuestro país, producto del Covid-19, la mayoría de los padres y apoderados tenían el convencimiento de que, ante la escasa información que existía sobre los alcances que tendría el virus en Chile, lo que primaba era la seguridad y la salud de sus hijos, hijas, hermanos, nietos y sobrinos. Es por ello que, no resulta extraño que hayan sido los alcaldes y sostenedores, del sistema público de educación, quienes hayan presionado a las autoridades del gobierno a suspender las clases y resguardar la integridad de los estudiantes.
De ahí en más, nadie visualizó lo difícil que resultaba llevar a cabo clases a distancia, ya que tanto los establecimientos educacionales, como el propio Ministerio de Educación, no contaban con las herramientas para implementar esta nueva modalidad de estudios; en donde las conexiones a internet escasean y los medios tecnológicos no son un insumo con los que todas las familias cuenten en el hogar. A esto, se sumó el gran temor que se apoderó de las personas, a nivel general. El miedo, la incertidumbre y la ansiedad, por lo que podría ocurrir en nuestro país, comenzó a ser parte de nuestro día a día.
Si bien, el foco en las primeras semanas estuvo puesto, directamente, en lo pedagógico y en cómo hacíamos avanzar a nuestros estudiantes en los planes y programas, poco a poco este foco se fue desviando al ámbito psicoemocional. Desde ahí que el trabajo de las duplas psicosociales, en conjunto con profesionales del área de la salud mental, han sido clave para enfrentar todos los aspectos que fueron afectando a nuestras familias; tales como, los hábitos de estudio en contexto de confinamiento, las relaciones humanas entre personas que conviven todo el día, los problemas económicos que han calado hondo en muchos y muchas jefas de hogar que han perdido el empleo. Sumado a ello, la incertidumbre que significa el año escolar de sus pupilos y pupilas, ya que, para la gran mayoría de los apoderados, el “Retorno Seguro a Clases” no es una propuesta que se pueda tranzar si no están dadas las condiciones de seguridad y salud a nivel nacional.
Todo lo anterior ha permitido estabilizar un modelo de trabajo, en el cual debe primar el aspecto psicológico y emocional de los estudiantes y sus familias, así como también de los docentes y asistentes de la educación; quienes también han sido afectados por esta crisis. Es muy importante, hoy en día, desarrollar estrategias que permitan conectarse con otros y otras, ya que se ha demostrado que una llamada o videoconferencia termina siendo un alivio para las personas, algo que les permite saber que no están solos, que hay otros en el mundo que también viven el miedo, la incertidumbre o la ansiedad que genera la pandemia, y que, asimismo, tenemos la esperanza de volver a encontrarnos y retomar nuestras vidas.