Cuando comenzamos el año escolar, en marzo de 2020, ni siquiera imaginábamos lo que se vendría más adelante. Una pandemia, provocada por el COVID-19, limitó nuestras vidas a estar la mayor cantidad de tiempo en nuestras casas. Estudiantes y, en especial, los docentes vivimos un cambio absoluto de nuestra cotidianidad. Todo aquello para lo que habíamos sido formados, y lo que mejor sabíamos hacer: vincularnos afectiva y pedagógicamente a diario con nuestros estudiantes, se había restringido a una relación puramente virtual.
Nos despedimos un viernes, alrededor de las 2 de la tarde, sin saber que no volveríamos a vernos físicamente hasta nuevo aviso. Sin pensar que nuestra salud dependería de quedarnos en casa, junto a nuestras familias. Quizás, para muchos de nosotros, parecía una medida muy ventajosa hacer nuestro trabajo a distancia, desde la comodidad del hogar. Sin embargo, ni siquiera imaginábamos lo que significaría tratar de equilibrar el trabajo docente con nuestro rol como padres, en el mismo lugar, casi simultáneamente y de forma eficiente para salir airosos.
En primera instancia, nuestro trabajo remoto consistió en elaborar guías y entregar a los padres para que trabajaran con sus niños en casa, después el trabajo pasó a ser sólo vía online.
Apenas comenzamos a enviar guías por el grupo de Facebook de la escuela y por WhatsApp, muchos apoderados nos indicaron que no contaban con las herramientas, ni con los recursos para imprimir las guías en casa. Gracias al equipo de Convivencia Escolar, quienes elaboraron una encuesta, que fue respondida por el 100% de la comunidad educativa, pudimos identificar cuál era la mejor forma de llegar a todos nuestros estudiantes.
En Facebook se organizaron grupos cerrados por cada curso, con los apoderados, profesores, profesionales del Programa de Integración Escolar PIE y el equipo directivo como miembros. A su vez, aquellos apoderados que no contaban con un perfil de Facebook (una minoría) fueron contactados vía WhatsApp.
Hicimos varias coordinaciones con todos los equipos de funcionarios, en grupos pequeños, ya que el problema de conectividad no sólo era una dificultad para los estudiantes, sino que también para muchos docentes, que no contaban con acceso a internet. Gracias a estas coordinaciones, las cuales no estuvieron exentas de inconvenientes, pudimos establecer una modalidad de trabajo, proponer actividades acordes a nuestros estudiantes, organizar horarios y plazos.
El trabajo que comenzamos a implementar se ha desarrollado, principalmente, de manera online. Sin embargo, también hay días en que hacemos la excepción de ir a la escuela, a modo de turnos, para recibir las canastas Junaeb y, luego, entregarlas a los y las apoderadas.
Por su parte, las reuniones de coordinación con los equipos de profesores, PIE, gestión y convivencia se llevan a cabo de manera semanal. Además, la jefa de UTP realiza entrevistas individuales, para monitorear el trabajo académico de cada docente. Los equipos se reúnen, semanalmente, de forma autónoma, dentro de la jornada laboral que finaliza a las 16:00 hrs. De esta manera, garantizamos que los funcionarios tengan su espacio de desconexión para compartir con sus familias.
Fue así como logramos, de a poco, enfrentar satisfactoriamente una situación para la que no teníamos ningún plan estratégico, pero como la experiencia de trabajar en una escuela nos prepara a diario para situaciones emergentes, resolvimos bastante bien las dificultades y pusimos en marcha la educación online.
Tuvimos una respuesta positiva de las familias, muchos subieron imágenes y videos de sus niños y niñas desarrollando las actividades. En el camino, el Ministerio solicitó, semanalmente, informes del trabajo que se estaba realizando en el establecimiento, a través del llenado de planillas. Había mucho estrés en los docentes, principalmente, porque tuvimos que enfrentar nuevas cosas, como por ejemplo perder la vergüenza de grabar un video, aprender a utilizar herramientas tecnológicas, de las cuales nos llovían ofertas. Tuvimos que perder algo de nuestra privacidad, ya que nuestro número de teléfono pasó a ser una herramienta y un canal de comunicación con los apoderados y, además, tuvimos que comenzar a utilizar las redes sociales.
Todo este estrés había que enfrentarlo y superarlo en conjunto. Fue así como la dupla psicosocial de nuestra escuela tuvo la gran idea de abrir una línea de apoyo emocional, por WhatsApp, para atender tanto a las familias, como a los funcionarios con necesidades psicoemocionales. Además, de manera semanal, nos entregan diapositivas con ejercicios para realizar en familia y reflexionar acerca de lo que estamos viviendo y cómo lo estamos enfrentando.
De cierta manera, conseguimos enfrentar las dificultades y trabajar organizadamente. Creemos que en este período otorgamos cierta estabilidad a nuestros estudiantes, en un momento en el cual reinaba la incertidumbre y el temor de lo que significa enfrentar una enfermedad desconocida, sin cura y con un alto nivel de contagio.
Hasta que el Ministerio de Educación decidió adelantar las dos semanas de vacaciones de invierno, interrumpiendo de forma abrupta lo que tanto nos había costado lograr. Sin mayores argumentos que validaran esta decisión, nos vimos obligados a tomar una pausa. Debo reconocer que, al menos, durante esas dos semanas, pude descansar, bajar la carga de trabajo y los niveles de estrés. Creo que, en general, los docentes terminamos agradeciendo esa pausa, aunque nunca podremos considerarla como vacaciones.
Luego de pasadas las dos semanas de receso, comenzamos a prepararnos para volver y retomar el punto donde habíamos quedado. Teníamos un buen nivel de organización con los equipos de trabajo y con las familias, por lo tanto queríamos volver a ello.
Por mi parte, los mensajes en video han sido la técnica que he utilizado para estar en contacto, ya que considero que es una forma de estar más presente con la comunidad educativa. De esta manera, los estudiantes fueron notificados de que las clases se reanudarían, de manera online, desde el lunes 27 de abril.
Fue así como, el día señalado, comenzamos subiendo las primeras actividades acorde al horario que habíamos establecido. Se mejoraron, en comparación a las primeras que realizamos. Se hicieron más accesibles, simplificando su presentación, ya que a pesar de que muchas familias cuentan con acceso a Facebook, no siempre se manejan bien con la tecnología.
Las actividades que realizamos como escuela se caracterizan por estar presentadas en un formato simple, con instrucciones claras y acompañadas de un video o imagen. Damos énfasis al uso del cuaderno, que utilizamos hoy como una bitácora. Es decir, todas las actividades deben quedar registradas en él, aquí se promueven las habilidades cognitivas como el análisis y la reflexión. De esta manera, el cuaderno se convertirá en nuestra principal evidencia del trabajo realizado por los estudiantes, durante este período en casa.
En los aspectos administrativos, hemos retomado las reuniones por equipo y las coordinaciones técnicas. Se establecieron fechas de trabajo a mediano plazo, para disminuir la ansiedad. Fue así como, con más vocación que ganas, comenzamos un nuevo período de clases ya más preparados.
Sin embargo, el desafío continúa. Mejorar cada día el trabajo online es uno de ellos, quizás buscar cursos o tutoriales, que nos permitan desenvolvernos mejor en este ámbito, nos ayudaría a normalizar un poco el teletrabajo. El problema es que en cualquier momento volveremos a la realidad. Por lo tanto, tampoco es recomendable acostumbrarnos a esta modalidad, ya que será muy duro cuando tengamos que alejarnos de nuestras familias, después de haber compartido tanto.
El mayor desafío es mantener un equilibrio emocional sólido, donde lo único cierto y real es el cambio. Por ello, cultivar la expresión de sentimientos, darnos el tiempo de compartir, pero también de estar solos, aprender a hacer cosas nuevas, pero también permitirnos el no hacer nada, son estrategias que nos ayudarán a lograrlo. Pues, para apoyar el desarrollo emocional de nuestros estudiantes, primero debemos estar bien nosotros y nos ha tocado difícil. Pero bueno, nadie dijo que sería fácil.
3 opiniones en ““Nadie dijo que sería fácil”: Liderando una escuela a distancia”
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Tremenda lider, un gran equipo que suma diariamente por nuestro objetivo principal en la educación.
Ella es una gran lider y todos somos un gran equipo!!
Así es, gran labor que realizamos los docentes hoy en día. Felicitaciones por el apoyo a los alumnos de este colegio.